martes, 12 de febrero de 2013

Entrega # 12


CANCIONES YOLOFAS













INMINENTE NAUFRAGIO
                                                       
Mis palabras te sonaban como ese tan, tan
que manos recias gestionan con el tambor
ahora parece que solo gimotean plim, plim
con que saludan las frágiles gotas al caer.
Tan, tan con la fuerza del hacha en el leño
plim, plim lánguido de gotas que ya no serán.
Dices que el Caribe es pequeño ante tu amor
pero cuando una gaviota coqueteando tú ves
ya no buscas en mis manos la tibia sensación.
Sutilmente estas colocando los pensamientos
tan lejos que en el horizonte los he visto jugar.
Debes eliminar de aquella ola todos sus vientos
o seguiremos, cual hoja amarilla a punto de caer.

IMPOLUTA  


La verdad es dulce fruta; más dulce todavía
cuando le arrancamos la maleza que la rodea.

DOMESTICANDO LA DEPRESIÓN


Si las penas te conducen a una encrucijada
desatiéndelas, busca, siempre habrá otro sol.
Es que cada corazón tiene su tenebrosa gruta
y no someterse, de verdad, es la mejor opción.
Estómago oscuro, sitio reservado para débiles
de puerta bien cerrada cuando sea de entrada
de puerta bien abierta cuando oficie de salida.

De no efectuarse los itinerarios de lo planeado
sin fórmulas convenientes nos vamos sitiando
y a medida que los tiempos nocivos nos arropan
penetramos más, y más difícil se hace entonces
encontrar, reflexivos, donde podamos hacer la U.
Detengámonos, amplifiquemos nuestro horizonte
cada corazón también, lugares esplendidos tiene.

MIS TREINTA Y TRES GRADOS CENTÍGRADOS


Pez en el Caribe agitado
sin ayuda de anzuelo ni red
ha observado el vespertino sol.
Sin esa ayuda condicional
quiero soltarme de las cordilleras
quiero adentrarme en el mar.

CURSO ELEMENTAL DE FILOSOFÍA


La vida es igual a dos embudos
pegados por sus lados más anchos.
A veces cuando se despegan, hacer
el recorrido completo no se alcanza.

HISTORIAS QUE DESASOSIEGAN


Me prohibiste que soñara contigo, me dijiste que te bajara de mi  pedestal. Ahora sueño que te vas de todos mis sueños, que no estás dejando caminos para regresar. ¿Son esos sueños, en donde tú no estás, los que me merezco? Y luego… ¿por qué no te llevas también el incordio de los recuerdos? 

Si no te gustan los hombres casados, entonces no me mires de esa manera. Parece que estuvieras intentando aguijonear una bonita relación. 

Cuentan que Zenobia recogía amorosa los papeles en donde Juan Ramón Jiménez eternizaba lo bellamente inspirado y que ella, además, cualquier retoque que a bien considerara les daba. La historia contará que Tulia María, para ahorrar  fósforos, encendía el segundo y tercer fogón con los papeles que iba encontrando. Que yo, por mi lado, trataba de no alterarme para ver si la mente lograba reconstruir algo de lo perdido. Es una lástima grande que el comportamiento de Zenobia en ese sentido, no haya tenido par en la persona de Tulia María. ¿Será posible que tal actitud sea deliberada temiendo perderme?… ¡Se han visto casos!


Tu indiferencia está inspirando un mar de poesías, tal vez alguna haga nido en la inmortalidad. Empero, en lo más profundo sólo deseo ser un simple mortal, gozando de tu presencia, aunque la historia pase de largo.

Trayendo a colación



PASADO, PRESENTE Y FUTURO

Cuando tomé la firme decisión de irme para Maracaibo, sentí que estaba haciendo uso de la mejor opción según el proyecto de vida que me había fijado, toda vez que aquí las oportunidades de trabajo en ese entonces no se daban silvestres. “La tierra del sol amada”, por su ambiente muy parecido en muchos aspectos a mi “procera e inmortal”, logró el milagro de la pronta adaptación. A los dos días empecé a trabajar en la carpintería del excuñado. Las cosas encuadraban de tal manera que no se visualizaba el pronto regreso. Esto es lo mío, el resto quedaría sujeto a la disciplina establecida, pensé. Me convertí en ahorrador empedernido, evaluaba afiebrado los beneficios de varios negocios consultados, buscando el escondrijo de la independencia total. Con el tiempo se dieron varias situaciones coyunturales en pro de tales aspiraciones y empezó el despegue. Un jueves el excuñado no abrió la carpintería. Me invitó a cierta audiencia en donde el acusado era colombiano. Yo iba extrañado, desconociendo el porqué de tal actitud creí que era un acto de solidaridad hacía el compatriota. En plena sesión, el abogado que tenía la palabra le hizo varias preguntas al excuñado y éste inició una sucesión de acusaciones en contra de un tipo sentado a la derecha del Juez, en ángulo tal que por poco no le quedaba de frente, detallando los movimientos de algunas personas dentro de su casa, acentuando que lo primero que hicieron después de haberlo inmovilizado fue ir directo al lugar donde guardaba las cosas de valor, significando así que ya sabían de antemano qué estrella les alumbraría.


Dos semanas antes de mi llegada, en la casa del excuñado se habían metido cuatro tipos fuertemente armados, que después de haberlo sometido lo robaron. Pasados varios días de ocurrido el asalto, alguien le informó que uno de los trabajadores de la carpintería, quien posteriormente había renunciado al trabajo so pretexto de haber quedado afectado, fue el que les dio la información a los bandidos de cuanto tenía en la casa que valiera la pena y de cómo entrar. En tales circunstancias se dio la invitación para que me fuera a probar suerte al país vecino y partí optimista, sin saber que iba de ‘gancho ciego’, ponderando el inusual aprecio que estaba mostrando hacia este mortal el único hermano de mi exesposa.  La denuncia sobre el robo la instauró el mismo día de los hechos y la sindicación de complicidad contra su ayudante de confianza, cuando reunió suficientes pruebas. Al denunciado lo capturaron escondido en Cabimas, ocho meses después de mi llegada a Venezuela. Yo desconocía todo ese enredo, es más,  era la época de mayor concentración conjugando las variables de tiempo y capital, acechando la oportunidad anhelada.


En la audiencia, el acusado dejó entrever que estaba dispuesto a colaborar con la justicia para lograr la captura de los autores materiales, atento a ciertos beneficios considerando la inevitable sentencia. Ese detalle hizo saltar la chispa y empezó la lluvia de amenazas. Me convertí en blanco directo porque según ellos el excuñado me había llevado a Maracaibo para que las cosas tomaran el curso que ya evidenciaban. La exigencia de retirar la demanda se hizo tenaz, la presión iba en aumento. El excuñado fue a la policía para solicitar protección y en vez de obtenerla lo conminaron a mantener la demanda. Le dijeron que el reo había entregado el alias del ladrón que lo contactó y que ya el asunto iba evolucionando. La atmosfera se puso tan tensa que una noche dispararon de manera indiscriminada contra la casa. Ante la gravedad del asunto y dando respuesta a que el hermano de mi exesposa no mostró consideración conmigo, tomé la decisión de regresar sin avisarle y sin los frutos de tantos esfuerzos. En el viaje me vine atando cabos, empecé a encontrarle sentido a las continuas visitas de dos señores a los cuales el excuñado atendía en la parte extrema del local. Las reuniones siempre estaban enmarcadas por cierto halo misterioso; hasta el punto que en varias ocasiones me dejó encargado del negocio mientras se marchaba con ellos. A raíz de aquella nefasta experiencia quedé deshecho. Sentía que ya no valía la pena practicar ejercicios de superación.


Esta situación bien la merezco. Yo no tendría la necesidad de estar aquí ahora haciendo antesala hasta que le venga en gana atenderme. Es demasiada humillación para salir al final con lo mismo, “es lo único que puedo hacer por ti”. Eso, si es que se digna atenderme. Así es la condición humana. El señor que en estos momentos está entrando para ser atendido, llegó después que yo. Es probable que la señora, quien pregunta si el Honorable Concejal se encuentra, sea tenida en cuenta primero que éste parroquiano; quizás también la vea salir mirándome irónicamente, porque de algo si estoy seguro, ahí adentro hacen referencia a mi persona, se nota en las miradas de los que van saliendo. Pensar que cuando llegué derrotado de Maracaibo pude haber continuado en la universidad. Mi hermano mayor prometió pagarme el resto de los estudios, pero amarré tercamente la vida a mi fracaso en Venezuela, clara actitud de venganza contra la nada no sabiendo que el único afectado era yo. Tal vez estuviera trabajando con buen sueldo, buena casa, buen carro y una bonita familia. Si me hubiera graduado, ciertamente hoy sería Ingeniero de Alimentos: me imagino en una planta de enfriamiento de leche, yo el jefe, los trabajadores diciéndome doctor. Habría, por supuesto, quienes no estuvieran muy de acuerdo con mi labor al sentirse afectados por alguna disposición, pero de seguro los buenos trabajadores hubiesen aprobado entusiasmados mis actos porque el resorte verdadero era el beneficio de todos; por otro lado, en esta tarde soleada de sábado estaría cómodo en El Rodadero desembarazándome de las tensiones propias del trabajo y no aquí, inmerso en la incertidumbre. Estos son los caminos que se nos presentan y por no medir las consecuencias escogemos el más fácil, que sin dudas conduce a realidades difíciles. Hoy lo estoy experimentando.


Bueno, a pesar de todo hay que pensar de manera optimista, por lo menos aun no me han dicho que ya se acabó el tiempo de atención al público. Eso me alienta. Quien quita que me esté dejando de último para darme la buena noticia de que empezaré a trabajar pronto. De ser cierta esa eventualidad haré igual que en Venezuela, ahorraré con ahínco y cuando haya suficientes fondos, montaré el negocio que siempre he soñado. La disciplina hará el resto. Dadas las condiciones compraré el apartamento soñado e intentaré por todos los medios reconquistar a mi exesposa. Una ventaja a mi favor es que ella notará la trasformación positiva que irá experimentando mi vida. Le hablaré sobre la bonita familia que podríamos tener y, eso sí, le ocultaré lo concerniente a la trampa que me tendió su hermano quien vive actualmente en Panamá. Por el contrario, le diré que siempre estaré agradecido por la oportunidad que él me brindó entonces. Siento que estoy volviendo a creer en la vida; es como si estuviera saliendo de un laberinto. “Señor, el doctor que ya puede pasar”, me dice la secretaria del Honorable, llevando un abultado cartapacio de fólderes sostenido con su brazo derecho, y apoyado en su abdomen.



PALABRAS EN EL COLUMPIO

















No solo es poeta quien hace poesía, también lo es quien sueña con un mundo mejor.

Si lo meditas mejor, los caminos se te abrirán en la dirección de las soluciones.

Gracias a los inventos se generan nuevos términos que con el tiempo son asimilados y luego oficializados. Un invento que llama la atención es el dosificador de esencia de coco que conlleva al nuevo verbo coconectar. En estos momentos se está ensayando un sensor para cuando el raspao esté en su punto, se descoconecte automáticamente.

Pasarás hambre los primeros días… después, ya te irás acostumbrando.

Para quienes no nos trajo la cigüeña, todo se hace más complicado. Nos parecemos al hermano del hijo prodigo.

Haré una pregunta. Cuando contesten deben tener presente que estamos en horario infantil. A ver... ¿Qué es lo que se puede hacer de noche que de día no?... ¡Oiga caballero, fue lo primero que le advertí! Para evitar que cierren el programa la respuesta es trasnochar, y por favor, vaya a enjuagarse esa boca con hipoclorito.

-¡Vengan a ver, la gallina pusió un huevo!                                          
¡Nojuegue pelao, se dice punió!                                                         
¡Ay, ninguno de los dos sabió!

A las buenas maneras no se les debe otorgar ni un segundo de vacaciones... ¡ah bueno, después no digan que nunca se les advirtió!