CANCIONES YOLOFAS
ECUACIONES ROTAS
Soy
un diamante
estoy
en el fondo del mar.
Ya
no estaré con ellos
han
extraviado el camino.
Los
conocí a la perfección
los
manejé a mi voluntad.
Corrompí
al bueno
di
motivos al malo.
La
seguridad que inspiraba
en
temor transformaba.
Mis
dueños decían ser
mas,
ellos eran míos.
Lo
corta de sus vidas
conmigo
alteraron.
ANALOGÍAS
Un
cansado día de verano
sin
atenuantes cayó vencido
dando
paso a una joven noche.
Las
estrellas salieron entonces
para
sustentar el acontecimiento.
Pienso,
luego, en los sentimientos
que
este hecho me inspiraba.
Ahora,
al tocar tu pelo
la
tristeza es ese día
el
amor es esta noche.
LA VOZ DE TU CORAZÓN
Los
ojos cerrados
la
piel predispuesta.
Sé
que estas ahí
siento
tu mirada tierna.
Afino
el oído
no
dices nada
pero
vivo el milagro
de
oír la melodiosa voz
de
tu corazón enamorado.
HISTORIAS QUE DESASOSIEGAN
Aquí
solíamos colocar nuestros sueños, aquí sobre el sardinel y debajo
de un roble que ya no existe. Llegaron los tiempos marcados con
términos para cumplir compromisos, y partimos. Los sueños se
quedaron pasmados y la vida en adelante fue diferente a lo soñado.
Hoy estoy sentado en el mismo sardinel, recordando que aquí solíamos
colocar nuestros sueños y tú, quien sabe donde estarás, pensando,
tal vez, que el roble aún obsequia su sombra.
Las
mentiras inhiben, las verdades catalizan; tus dudas de hoy mañana
pueda que no lo sean; y entonces sin ningún temor, usaremos las
ansiadas cadenas invisibles.
Contemporaneidades
fatales: García Lorca, Franco; John Lennon, Mark Chapman...
De
volver al punto de partida, conservando la experiencia adquirida,
¿usarías la misma vía que te ofrendó este destino?
Verbo
fluido que endulza, palabras que hacen blanco en la ingenuidad; hoy
vemos sollozar a otra alma lacerada.
Trayendo a colación
OTRA
PARTE DE LA PRIMERA PARTE DE UNA NOVELA EN PROCESO
Cómo
quedará formado el pasado lo determina el presente, escogiendo entre
las posibilidades que va ofreciendo el futuro, pero la historia es
manejable aunque sean sólidos los hechos, y se construyen otros
pasados con elementos de la mentira. Verdad objetiva solo existe una;
verdades subjetivas, tantas y tan bien enmarañadas en el seno de las
conveniencias. Son verdades subjetivas las que nacieron silvestres
cuando mi abuelo de San Basilio empezó a perder poder político, y
se regó mucha ceniza para tapar las verdades objetivas derivadas del
liderazgo de ese insigne patriarca. Y fue así: el primer pueblo de
la región que gozó de los beneficios de la energía eléctrica fue
el de mamá, gracias al empeño de mi abuelo, quien diligenció ante
la nación la planta eléctrica, el cableado y los postes para que
sus coterráneos tuvieran el indispensable servicio. Eran los buenos
tiempos, había luz artificial desde las seis de la tarde hasta las
doce de la noche. Lo recuerdo con sombrero caña flecha en la primera
página del principal periódico de nuestro Caribe. Y después fue
así: los adversarios políticos empezaron organizándose, vinieron
las consejas y muchos dejaron de pagar el servicio resultando
imposible, llegado el momento, comprar el ACPM. Nadie diferente a los
verdaderos amigos y a la familia recuerda que esa noble gesta fue de
mi abuelo, quien se dolió de la manera intencionada y cruel como
feneció algo que costó mucho sudor; hasta el local donde estuvo
ubicada la planta fue demolido y sobre lo que quedó regaron cenizas.
Y
fue así: fruto de la gestión desinteresada del prohombre que había
en mi abuelo se construyó un confortable Puesto de Salud, ya estaban
adelantadas las diligencias para dotarlo y ponerlo al servicio de la
comunidad, empero se atravesaron las elecciones, en las cuales su
gran amigo y benefactor perdió la curul en el Senado. Y después fue
así: ¿la oposición ganadora, dotó y puso en funcionamiento la
bella obra?... ¿Qué creyeron ustedes? No nos vamos a dejar,
dijeron, y lo redujeron al lugar de retención de los borrachines
busca pleitos. Haremos otro mejor, y con el tiempo, hasta piscina de
olas tendrá, subrayaron. El pueblo deleitó la fama de tener dos
Puestos de Salud, aunque ninguno funcionó como tal.
Tiempo
después alguien escribió la historia de San Basilio y en el espacio
que debió ocupar mi abuelo, colocó ídolos falsos y “la primera
planta eléctrica de toda la región fue producto del ahínco de los
nobles patricios que a continuación menciono…”. En su verdad
subjetiva mencionó a muchos, inclusive a los que trajeron y regaron
las cenizas, ignoró, eso sí, la verdad objetiva.
Y
fue así: habiendo encontrado una veta de agua dulce en su finca San
José, consiguió que la Gobernación le construyera un tanque
elevado, le mandara no sé cuantos metros de tubería, una motobomba
y en acción comunitaria, se acoplaron todos los componentes de tal
suerte que él, ante el entusiasmo general, se encargó del costo de
bombear el agua hacia el tanque, y luego por gravedad, las casas se
surtían del preciado líquido. Mientras los otros pueblos tenían
que ir en burro a buscar el agua a los pozos debidamente
acondicionados, San Basilio sólo tenía que abrir la válvula y he
ahí el agua. Y después fue así: lo del sabotaje a la luz lo acepté
por el bien del partido, pero lo del agua no cuenten conmigo, dijo
uno; ni conmigo, dijo otro, y otro… total, los moderados, teniendo
el beneficio gratis, se impusieron ante los recalcitrantes y el
servicio duró hasta cuando se secó la veta. Eso sí, en la historia
adaptada quedó la sensación, y para las próximas generaciones, de
que la comunidad nunca gozó de citado bienestar.
Y
continuaron la tarea de demolición, viraron hacia la dirección
donde se encontraba Pepe, quien, atribulado por las circunstancias,
agarró el camino para Sabanas con su esposa y dos vástagos, entrega
previa del puesto al nuevo maestro. Años después los dos se
encontraron por los lados de Algarrobo y aquel, haciendo alarde de
ser un gran conquistador, le contó a Pepe que a los pocos días de
haber llegado ya era novio de Eugenia... “sí, aquella morena alta
y muy bonita que no quiso nada contigo”.
¿Que,
qué hacía Pepe por Algarrobo? ¡Cálmense!, proporciónenme un poco
de sosiego para poder concatenar mejor las ideas: resulta que
asesorado por su padre, o sea, mi abuelo de Sabanas, él se dedicó a
la agricultura, le fue de maravillas con las cosechas de maíz y
ajonjolí; sin embargo, así como el ahijado de mamá salió obtuso
para las tablas de multiplicar, él salió impedido para los
negocios. No daba pie con bola, todos se aprovechaban de su condición
de buena gente y económicamente salían mejor librados los
compradores. En ese son de regalar el producto de su sudor se fueron
cuatro años y vinieron otros dos hijos, hasta que cualquier tarde se
instalaron tres buses en la plaza del pueblo: “Algarrobo,
Algarrobo”, gritaban sus conductores y ayudantes para atraer gente
que quisiera trabajar en la recolección de algodón. Al rato se
llenó la plaza. Los hombres, guardada la ropa en bolsas de
manigueta, el queso y el bollo de yuca en cajas de cartón, abrazaban
a sus mujeres, lloraban, besaban a sus hijos y se embarcaban
prometiéndoles un regreso cargados de plata. Muchos siguieron de
largo para Venezuela y jamás volvieron. Pepe sí volvió, antes de
tiempo por supuesto, las manos postradas, descargado de plata.
Recurrió entonces a un rico tío, quien lo recomendó en el Matadero
Moderno de Barranquilla y, ¡ahí va el hombre solo para la ciudad!:
guardada la ropa en bolsa de manigueta, el queso y el bollo de yuca
en caja de cartón.
El
primer día de trabajo en el Matadero Moderno se impresionó mucho
porque apenas llegó, el supervisor le dijo; “vas para el
laboratorio”. Él asimiló literalmente las palabras y tuvo ganas
de decirle que nunca había tenido experiencias en laboratorio
alguno, que, “por favor, búsqueme otro oficio, yo soy muy capaz en
cualquier otro oficio”. No obstante se aguantó y le preguntó al
primero que pasó: “¿oiga amigo, tenga la gentileza, qué se hace
en el laboratorio?”. El tipo le dijo: “el laboratorio es aquella
piscina llena de ‘heces vacales’, si te mandaron para allá
tienes que solicitar pala, carretilla y desocuparla”. “¡Ah!, ¿es
eso?, pues, manos a la obra”, dijo Pepe entusiasmado pensando que
empezaba una nueva etapa para su amada familia. A las doce del medio
día, el mismo compañero que le indicó cual era el oficio en el
laboratorio, lo fue a buscar para informarle que el casino fiaba los
almuerzos hasta el día de pago; terminaron siendo compadres en ambos
sentidos y los dos se jubilaron trabajando para el Matadero. Su
morada inicial en Barranquilla fue donde el tío José, y su
compañero de andanzas era el primo Lucho. En la efervescencia de las
cervecitas del primer sueldo nació la proposición del solar:
“cógelo Pepe, construye ahí”.
PALABRAS EN EL COLUMPIO
Habla
tan rápido que su medidor de consecuencias siempre va rezagado.
El
futuro de nacer y el pasado de morir; ni en primera ni en cuarta
persona, fueron invitados a esta fiesta.
-Señor
asesor, basado en su oceánica experiencia y según motivo, ¿qué
tipo de vehículo hace juego con mi personalidad?
-¿La
verdad, verdad, o lo que deseas escuchar?
-La
verdad, verdad.
Siendo
así… un tractor.
Óyeme,
si yo no tengo finca.
Lo
digo por lo de hacer juego, y conste que estoy siendo benévolo,
porque una catapila no es que desentone mucho.
Detrás
de ciertos no, viene un sí.
El
confite era mío, la pelota era de ella. Ella miraba el confite de
tal manera que me pareció le daba lamidas con sus grandes ojos
marrones. De pronto empezó a rebotar la pelota contra el piso,
“mírala, te la cambio”, me dijo. Mi paladar quedó frustrado
cuando acepté el trueque. Yo brincaba la pelota, ella, sin dejar de
mirarla, saboreaba el confite. Sentí que las palabras se habían
devaluado hasta el punto de quedar sin valor al escucharle, “no la
tires tan duro”, y efectivamente cuando borró todo rastro dulce de
su boca me la reclamó, “esa pelota es mía, dámela… mamá”.
Formó una alharaca y un cocotazo sin amor, hizo el resto. Nombre de
la obra: ‘Parapléjica la bendita justicia’.
Hueco
que no se aparta se lleva su llantazo.
¿Y
si en el afelio, la tierra no agarra bien la curva y sigue de largo?
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