domingo, 28 de octubre de 2012

Entrega #9


CANCIONES YOLOFAS













TRABAJO EN LA MENTE 

Que hermosa obra de arte 
esculpiste en mi mente.

Ningún artista me ha regalado
las emociones que experimento 
cuando cierro los ojos 
para poder contemplarla.

La expresión de tu mirada 
el gesto preferido 
todo quedó bien logrado.

Habitas los lugares donde estés 
también en todos los recuerdos.


VARIEDADES EN EL MOSTRADOR 

De despedida, reconcilio y traición. 
Los hay, que guardan un mundo de nobles sentimientos.

Algunos inertes, sonoros y silenciosos. 
Existen, que encubren tupidas selvas de torvos propósitos.

También, largos, cortos y apasionados. 
Tienen algunos, el sagrado sabor del perdón.

¿Qué silueta ostenta, la veta de besos localizada en tu corazón?


CAMINOS ESCOGIDOS 

Buscan, muchos, su bienestar perjudicando
vienen, fangos, a ensuciar la vida.

Encuentran, otros, su impulso ayudando
logran, esplendores, ornamentar la vida.


NEGACIÓN

El Nechí entrega ingenuo, sus aguas al Cauca.
Éste, sin nada a cambio ofrenda toda arma al gran Magdalena. 
Bocas de Cenizas es en esencia la desembocadura de muchos ríos. 
Las partes forman el todo
el todo, muy ingrato, niega las partes.


HISTORIAS QUE DESASOSIEGAN

Estaba esperando por una tarde propicia, para contarte las más bellas cosas; pensando, por ventura, que éramos los dueños del tiempo. Pero solo quedó el tiempo justo, para escuchar anonadado tu adiós… Perdón, quedó un poco más de tiempo, que en ti también gasté, cuando te ibas alejando.

Contemporaneidades providenciales: la de mis padres, la de mis abuelos…

Esas palabras, suplicantes por cierto, merecen oídos con un alto índice de sensibilidad.

Todo es movimiento: la adolescencia columpiándose con su mundo; la senectud tambaleándose con el suyo.

Alfa y omega tuvo nuestro primer encuentro; diáfano como un axioma, nuestra distancia también omega tendrá.

Trayendo a colación


EL SENDERO DE LOS SUEÑOS

Sabanas es de arena y tiene ciénaga; es caliente y amaña. El forastero que se enamora allá mire lo que está haciendo. Es sabido que al sabanero no le hace gracia el entrometimiento con sus mujeres y consienten sólo cuando están seguros que la cosa es en serio. Ellas también son felices con ellos, de hecho no dejan de acomodarle apodos a las novias que algunos sabaneros llevan para las fiestas de fin de año.

En ese pueblo del alma se ve cada cosa; ellos hacen bromas para que ellas se rían, aunque a veces se exceden. La chanza más sonada de los últimos tiempos fue durante un fin de semana; en la noche se metieron en los patios y recogieron toda la ropa interior femenina que colgaba de los alambres. El domingo hubo desconcierto, las mujeres del pueblo buscaban, rebuscaban y nada. Alguien corría por las arenosas calles gritando: “en la plaza, en la plaza”. Tímidamente fueron acercándose y al rato ya había un grupo numeroso de personas concentradas en dos líneas de alambre dulce que atravesaban la plaza exhibiendo pantaletas y sostenes de todos los colores y tamaños. Al comienzo nadie se atrevía hasta cuando llegó María, cuyas prendas eran nuevas y no le dio pena. Después Angélica, Minerva… Por supuesto que hubo reclamos: esa es mía, no mía. Cuando se calmaron los ánimos sólo quedaron colgadas tres pantaletas rotas, dos sostenes desgastados y la gente poniendo pereque: “¡mírala, se hace la boba!, ¡anda, cógelas sin pena!”. Así era Sabanas antes del torbellino; se puede decir que el pueblo retomaba su senda habitual. Atrás quedaron tiempos amargos donde el dolor fue más intenso que el sol que recibe Mercurio: perdonaron como sólo saben hacerlo los sabaneros.

El punto de quiebre de la tradicional armonía lo constituyó la noticia de que habían visto gente extraña por los lados de ‘Si Dios Quiere’. “Están armados”, fue el segundo campanazo. Una tarde nublada las personas extrañas entraron al pueblo, recorrieron sus calles sin hacer contacto con nadie y se marcharon por donde vinieron. Volvieron dos días después, esta vez llegaron a la tienda de Samuel y se aprovisionaron de comestibles, cancelando todo, inclusive dejaron propina. Se supo que eran guerrilleros y se habían aposentado en la finca ‘Mata de Caña’.Nosotros representamos el cambio de esta tierra olvidada, no más inequidad…”, fue parte del discurso cualquier día que reunieron a la gente en la plaza. Mientras unos hablaban, otros pegaban carteles que prohibían el uso del pelo largo y aretes en los hombres; exigían fidelidad conyugal y condenaban el abigeato. Antonio Villanueva, el dueño de la finca donde se establecieron, recibía día a día noticias nefastas de su administrador: “patrón, ‘Los muchachos’ pelaron una vaca ayer; patrón, la yegua de paso que le regaló su compadre Francisco la están utilizando para transportar agua; patrón, no me atrevo a decirle lo que hicieron esta mañana porque supe que usted estuvo internado en la clínica, pero mandan decirle que si no les hace llegar doscientos millones de pesos queman la finca; ¡patrona!, ¿es verdad lo del patrón?.

No era para menos, todos sus bienes fueron adquiridos de sol a sol y vivía con cierta tranquilidad pensando que sus hijos no pasarían por las que él pasó, hasta cuando llegaron esos “pela vacas”. Es entendible entonces, que por el paralelismo entre los planes de estudio del hijo mayor en el exterior y las malas noticias, el corazón sincero que amó con pasión a su familia no aguantó. Antes de expirar le dijo a la esposa: “nunca pensé que te fallaría…”, y aun después de varios años ella lo sigue llorando.

El ejército entró a Sabanas sin avisar, no hubo enfrentamiento alguno. De la guerrilla no se volvió a tener noticias. A la semana siguiente de haberse marchado los soldados, entraron tres camionetas con gente extraña fuertemente armadas. Se pensó que eran de los mismos de antes. Los diferenciaba que éstos, desde el primer día se hicieron sentir. En la madrugada siguiente a su llegada, tocaron a la puerta de la tienda y preguntaron por Samuel; éste, desde la puerta entreabierta contestó, “¿sí, a la orden?” Le señalaron ser auxiliar de la guerrilla y había escogido su destino. Cuando Samuel se dio cabal cuenta de la situación, les pidió un último deseo, “dejen despedirme de mis hijos, por favor”. Al mayor, de catorce años, lo abrazó con todas sus fuerzas y le dijo, “nunca pensé que te fallaría…” después de despedirse del resto de la familia fue escoltado hacia la salida del pueblo, aun tuvo tiempo de voltear la cara para encontrarse con la mirada inquieta del hijo mayor y quebrada la voz le dijo: “Tomás… Tomi… cuida la familia”. Nunca más se supo de él.

Pensar que de esa índole fueron apenas los vientos más serenos que soplaron por varios años, nadie puede decir haber visto sabanero alguno reír durante ese nefasto período. Quizás por eso las dueñas de las tres pantaletas rotas y los dos sostenes desgastados soportaron con estoicismo la pérdida: “ahí están y ahí se quedan”, pero eso sí, volvían los buenos tiempos; los mismos buenos tiempos de cuando la muchacha recién llegada de Barranquilla, en la verbena decembrina solicitó una canción de Los Bee Gee. Lo que suena en tales festejos es pura música vallenata, por eso el dueño del pick up, como no tenía nada parecido y a las derechas no sabía de que hablaba la señorita, bajó el volumen, tomó el micrófono y empezó a decir después de hacerle repetir varias veces el nombre del grupo, “aquí la muchacha nos solicita una canción de Los Bee Gee, mientras sabemos qué clase de música tocan ellos, la complaceré con un ‘vi-llí-nato’… muy de moda, por supuesto!”. El pueblo festejó la ocurrencia durante mucho tiempo: tal era el camino extraviado y gracias a Dios retornaba. De ambos bandos volvieron algunos miembros para quedarse, porque el modo de ser sabanero les enseñó el camino de la armonía.


PALABRAS EN EL COLUMPIO

















En un principio hizo Dios la risa; después el hombre lo condujo a que también creara el llanto.

Los buenos resultados de esta labor dependen, en gran medida, de que no se te ensucie el jabón.

cuando ella me dio el sí, acondicioné todo en tiempo record y al mes, ya nos estábamos casando; pues, pensé que se podía arrepentir. ¿Eso denota inseguridad, doctor?... ¿ah?

-Estás ofuscado, ¿qué sucede? 
-Es por Erasmo, ya no pide. Prácticamente exige.
-Pensar que es un eximio lector, y hasta habla bien el inglés. 
-Aun así, no deja de ser un incordio.
-¡Lo que hace el trago! Imagínate tú que en su afán de procurarse dinero, la otra vez se alió con un discapacitado que anda en silla de ruedas para salir temprano a recorrer las calles solicitando ayuda; luego se repartían lo recogido en partes iguales.
-¡Ahí está pintado!
-El caso es que les estaba yendo bien y mejorando...
-Entonces, ¿qué pasó?
-Que una vez llegó un gringo y él lo orientó. Cuando terminaron de hablar, el tipo le entregó un billete de veinte mil pesos, y éste, vivo entre los vivos, le dijo al socio que esa plata la había ganado por saber inglés y no por la sociedad que ellos tenían. El de la silla de ruedas le dijo, “olvídate del cuento, ya no me sacas más”.
-¿Se le dañó el negocio? 
-Sí, y ahora anda endulzando al ‘Mocho’ para rehacer la sociedad, pero éste le dice que ya encontró al socio ideal porque no sabe nada de inglés.

Si no tienes la herramienta para desarrollar el trabajo, fabrícala.

He intentado llegar a la perfección, mas, mis defectos siempre me lo han impedido.

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